por René Naranjo Sotomayor
Michael Douglas recibió hoy la Palma de Oro de Honor en la edición número 76 del Festival de Cine de Cannes. El actor y productor estadounidense recibió el premio junto a su esposa, Catherine Zeta-Jones y su hija Carys. En su homenaje, el certamen francés estrenó el documental “The Prodigal Son”, que revisa su vida y la relación, no siempre fácil, con su padre, Kirk Douglas.
Michael Douglas entró desde muy niño a los estudios de Hollywood. A veces un poco a escondidas de su padre, Kirk Douglas. Como cuando se coló a ver la filmación de la legendaria “The Bad and the Beautiful” (1952, de Vicente Minelli) y vio a su padre besar a Lana Turner en repetidas ocasiones. Cuando Kirk se dio cuenta de que su hijo estaba en el set, lo mandó rápidamente de vuelta a casa.
En el documental “Michael Douglas: The Prodigal Son”, de la realizadora francesa Amine Mestari, queda claro desde las primeras imágenes que Kirk era una figura poderosa antes y detrás de las cámaras, y que eso marcó la infancia y juventud de Michael.
Éste resintió mucho las constantes peleas entre su padre y su madre (que culminó en separación cuando él tenía 7 años) y luego, terminada la secundaria, tuvo muchas dudas sobre lo que quería estudiar y qué camino darle a su vida.
Años de aprendizaje
La fuerte imagen de su padre, héroe a toda prueba en la gran pantalla, le pesaba al joven Michael y acaso por eso lo que hizo en los años 60, al ingresar a la Universidad de California, fue sumarse a los movimientos contraculturales de la época (se volvió hippie, como él mismo cuenta) y protestar contra la guerra de Vietnam.
Así, sin tener nada muy claro, entró al teatro universitario y actuó en la comedia de Shakespeare “Mucha Ado about Nothing”. Kirk fue a verlo actuar y Michael, cuando lo descubrió entre el público, se puso tan nervioso que nadie entendió nada de lo que decía en inglés isabelino. Después, su padre le dijo que lo había hecho pésimo.
Pese al lapidario juicio de Kirk, Michel perseveró y se cambió a la televisión. Y como la vida es un juego de espejos y opuestos, en la serie “Las calles de San Francisco” (1972), encontró en el actor Karl Malden (32 años mayor) un mentor paternal y acogedor.
Con todo lo que aprendió durante cuatro temporadas recorriendo junto a Malden las empinadas calles de la ciudad californiana, Michael ganó confianza para seguir actuando y para empezar a trabajar como productor. La vara estaba alta, porque su padre había producido y protagonizado clásicos de la talla de “Senderos de gloria” (1957) y “Espartaco”, ambas dirigidas por Stanley Kubrick.
La película que cambió su vida
Michael optó por tomar los derechos de la obra teatral “Atrapado son salida” (One Flew over The Cuckoo’s Nest), que su padre había adquirido y llevado a las tablas en Broadway. El éxito de ésta, su primera incursión como director, lo consagró al más alto nivel de la industria.
La cinta, estrenada en 1975, protagonizada por Jack Nicholson y dirigida por Milos Forman, ganó cinco premios Oscars (incluyendo Mejor Película) y fue un rotundo éxito de taquilla, con más de109 millones de dólares de recaudación.
A los 30 años, Michael Douglas (que según cuenta en el documental, nunca imaginó convertirse en productor) era millonario y uno de los productores más cotizados de Hollywood. Y algo importante. Por fin había salido de la sombra de su padre y forjaba un nombre propio.
Su carrera como actor demoraría, sin embargo, unos años más en despegar. Porque si bien tuvo éxitos como “El síndrome de China” (1979) y la comedia de aventuras “Dos bribones tras la esmeralda perdida” (1984), tuvo que llegar Oliver Stone para dirigirlo y darle el rol del inescrupuloso Gordon Gekko para que el Oscar a Mejor Actor le confirmara que no se había equivocado de carrera.
“Era un rol muy seductor”, dice Michael Douglas en el documental, “y me gustan esos roles, porque el diablo es muy atractivo”.
En “Wall Street” (1986), Gekko, imagen viva del aliento neoliberal que se apoderaba de Estados Unidos y de buena parte del mundo durante los años de Reagan, proclama que “la codicia es buena. La codicia es correcta. La codicia funciona… La codicia captura la esencia de nuestro espíritu evolutivo”.
En los años siguientes, Michael Douglas fue el protagonista de intensas historias de infidelidad, sexo y drogas, como “Atracción fatal” (1987), “Bajos instintos” (1992), “Acoso sexual” (1994), hasta culminar en la estupenda “Traffic” (2000), donde conoció a su actual esposa, Catherine Zeta-Jones. Dejó las drogas y se sanó de un avanzado cáncer a la garganta, encarnó a un Liberace apasionado por Matt Damon en su regreso al cine con “Behind the Candelabra” (2013) y encarnó a ese profesor de teatro que quizás le hubiera gustado tener en su juventud en la serie de Netflix “El método Kominsky”.
El tiempo pasa rápido en el cine y a veces también en la vida, y tal como señala Michael en el documental, “un día te despiertas y eres abuelo”.
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