por José Luis Arredondo
La película de la francesa Coralie Fargeat cuestiona los estereotipos de belleza y juventud en un relato dotado de una visualidad apabullante, que transita desde la sátira y la comedia al terror y el gore extremo.
Elizabeth Sparkle (Demi Moore) lo tiene todo: Fama, dinero, belleza y hasta una estrella en el paseo de la fama en Hollywood. Pero el tiempo pasa y si bien a sus 50 años sigue bailando en su programa de de gimnasia aeróbica en TV, a juicio del productor (Denis Quaid), es hora de un recambio.
Puesta en el trance de ver cómo desaparece su glamoroso y lucrativo mundo, Elizabeth no duda en acceder a un misterioso fármaco conocido como «La sustancia», que promete convertirla en “la mejor versión de ti misma” y prolongar de forma muy singular, y bastante extrema, su juventud y belleza.
Nada debiera salir mal, salvo que las instrucciones de uso del producto son muy estrictas y no se deben alterar de ninguna manera. De otro modo, puede haber consecuencias insospechadas, tanto para ella como para “la mejor versión de ti misma”.
De la sátira al terror
«La sustancia» (The Substance) es el segundo largometraje de la directora y guionista francesa Coralie Fargeat, y ella pone en el centro un foco crítico en el cuerpo humano y en la concepción ajustada a los cánones de belleza insertados en el mundo del espectáculo.
Este es un espacio donde no cabe el paso del tiempo, en especial para las mujeres, donde el natural desgaste y cambio en la apariencia es el punto que pone fin a una trayectoria, por exitosa que esta sea.
En ese campo es que Fargeat instala la lucha de su protagonista con el medio y consigo misma (esto último de forma literal), para no perder su estatus y vigencia; una lucha a muerte que no da tregua y adquiere ribetes extremos a medida que avanza la historia hasta el apocalíptico final.
“La sustancia” es una cinta arrebatada y arrebatadora. Posee una visualidad apabullante y no teme a los excesos.
Se la juega por una historia descabellada y llena de momentos freak para instalar su crítica al uso de la belleza corporal como un producto de mercado.
Tampoco teme colarse por distintos géneros ni escabulle las citas.
En el desarrollo de la historia, que se torna más vertiginosa a medida que avanza, el espectador encuentra ecos de “Frankenstein” a “El Resplandor”, y de “Alien” a “Carrie”, “Scanners” y “El engendro del diablo”, por citar sólo algunos ejemplos.
Todo esto sin caer nunca en el pastiche y conservando una personalidad clara y propia.
Demi Moore, a tope
“La sustancia”, premiada en Cannes 2024 por su guion, no sería lo que es sin la jugada actuación de Demi Moore, que pone cuerpo y alma a un rol que le calza como guante y en el que despliega un abanico que va desde la desazón y el dolor a la angustia, el terror y la ira, con un nivel de entrega absoluto.
Lo propio hace Margaret Qualley, con un personaje que hace gala de energía, vitalidad y sensualidad.
El trío protagónico perfecto en lo actoral lo cierra, Dennis Quaid como un bizarro productor de TV.
“La sustancia” bien puede ser el estreno del año.
Es una cinta jugada, inquietante, bizarra, electrizante, alocada y extrema, muy asertiva en su crítica y un bocado visual y cinéfilo, que hace reír y meditar mientras te golpea al mentón con su propuesta.
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